En la película “Cuidado con las señoras” del incomparable Jose Luis Lopez Vazquez tal vez la mejor escena es cuando José Luis Lopez Vazquez llega al Torremolinos de los años 60 y se encuentra con una preciosidad en bikini. “¡Ya están aquí las suecas! Grita eufórico el macho ibérico. “¡Ya están aquí los tontos!” le contesta
la chica con el mas puro acento malagueño.
Alfredo Landa y su Manolo Lanuiy, epitome del macho ibérico. |
El simpar Torremolinos, Torroles para los amigos, cuna del turismo mas español. Flamenquito, sangría, sol y playa. Un paraíso no solamente para los turistas, si no sobre todo para los oriundos, torremolinenses, malagueños, españoles todos que hicimos de nuestra capa un sayo y de engañar al “guiri” un arte. Pues es así como torroles ha sobrevivido durante décadas, de timar al turista cobrándole a duro lo que no valía dos reales, confundiendo al guiri hortera con un pardillo sin pensar que tras esa fachada de camisa chillona y chanclas con calcetines había ingenieros, abogados, médicos y contables que no tenían de tonto un pelo, pero que venían con un marco fuerte, una libra poderosa o un dólar omnipotente y que incluso a los super inflados precios que se les cobraba les seguía pareciendo barata la consumición.
-300 pesetas por la cerveza?, good, en mi country valer mucho mas.
Por desgracia todos esos ingresos extras lejos de emplearse en mejorar las infraestructuras, en modernizar el parque hotelero o en ofrecerle servicios adicionales a nuestros queridos turistas se empleaban en… bueno, no se en que se empleaban, pero lo cierto es que a día de hoy Torremolinos, el viejo y bueno Torremolinos vive de los créditos del pasado, de su antiguo nombre y de los turistas de “siempre”, y por suerte o desgracia eso ya no es suficiente. En este mundo globalizado, donde las distancias ya apenas cuentan, y donde existen destinos paradisiacos a un tiro de piedra, Torremolinos ya no es un destino puntero, no resulta competitivo para los altos estándares de calidad que turistas y viajeros exigen cada vez mas a cambio de su dinero. Vivimos de los créditos… hasta que estos se acaben y Torremolinos muera, herido fatalmente por nosotros mismos. Pues los hosteleros lejos de comprender que el cliente ha cambiado y que por tanto el modelo de negocio debe de cambiar, siguen anclados en “hacer su Agosto” expresión que nos viene al pelo, trabajar el verano y vivir en invierno de lo ganado. Un sistema que cae por su propio peso, y mas en tiempos de crisis.
Sencillamente no se puede cobrar dos euros por una simple caña, 8 euros por una ración de pescaito y 4 euros por una sombrilla que ya era adulta cuando Andrés Pajares y Fernando Esteso liaban al personal en el Casino Torrequebrada.
No señores, tenemos que renovarnos o morir, el turismo es lo único que nos mantiene, el turista que nos honra con su presencia, que viene a gastar el dinero ganado duramente durante todo el año se merece todos nuestros respetos, se merece no ser engañado, pagar un precio justo por sus consumiciones y artículos adquiridos y obtener a cambio una ciudad limpia y divertida donde disfrutar de un merecido descanso para poder volver a casa y contarle a todos sus allegados “go to Torremolinos, es fantástico”.
No nos interesa el seguir cobrando precios abusivos por todo, y cuando somos incapaces de cobrarlos quejarnos de que el “cliente es malo”. No, perdona chavalote pero el cliente no es malo, ni mucho menos gilipollas, el cliente sabe lo que valen las cosas, y sabe, en estos tiempos en los que internet nos acerca al mundo que en Granada por dos euros te ponen una caña y una buena tapa. Y sabe que aquí mismo, en torroles hay sitios como el Tito Juan que por 1.95 te pone una caña y una tapa casera que quita el sentio. Como resultado para pillar sitio en el Tito Juan (que apenas consiste en una barra, un metro por tres de local y cuatro mesas fuera) hay que irse prontito o bien gritar ¡Fuego, fuego! Porque se pone hasta la bola, día si día también durante todo el año mientras otros locales cercanos ven como no entran ni moscas.
Y que conste que todas estas criticas las hago desde el cariño que siento hacia mi pueblo, que aunque nacido en Málaga capital recuerdo los veraneos de chavalín en esta preciosa ciudad, recuerdo como habría los ojos entusiasmado cuando mis padres me traían a comer los días de descanso y veía este mundo lleno de música y color cual una Marisol cualquiera. Tantos momentos buenos (y malos) he pasado en Torremolinos tanto de niño como de adulto que cuando me llegó el momento de comprar una casa no lo dudé. Me vine a vivir aquí, al centro del universo…
Y es por eso que me duele profundamente ver como la miopía de empresarios y políticos en su estúpida avaricia dan al traste con el único motor económico con el que contamos en Málaga.
El turismo.
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