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martes, 10 de abril de 2012

Capitulo III - Laura – la noche después -


       
Laura se revolvía en la cama en ese placentero estado entre el sueño y la consciencia. Su cuerpo casi desnudo entre las sábanas de seda blanca se contraía en pequeños espasmos de placer. Abrió sus profundos ojos de gata y la suave luz del amanecer se filtró hasta su mente dispersando los últimos recuerdos del sueño. Incorporó su cuerpo y se desperezó dejando deslizar las sábanas por sus firmes pechos hasta la cintura y se frotó los ojos.

Había sido una noche realmente extraña. Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar al extraño de la pasada noche. Con un suspiró se volvío a recostar y dirigió su mano derecha hasta su entrepierna. Allí notó sus bragas húmedas, el sueño había sido tan intenso que las había mojado. Suspiró mientras juguetonamente introducía su mano por debajo de las bragas y notaba el pelo corto y bien cuidado de su pubis. Suavemente se acarició por fuera en círculos notando el calor que desprendía su sexo y finalmente introdujo sus dedos dentro. Contuvo un suspiro de placer. Sus padres debían  de andar por la casa en ese luminoso domingo.
No tenía prisa, así que se demoró un rato jugando con su coño en una lenta y placentera masturbación que culminó en un orgasmo fuerte e intenso. Después lamió sus dedos, le gustaba el sabor de su sexo, el olor intenso que desprendía tras correrse…

Realmente una noche muy extraña. Se levantó de la cama y bajó a desayunar. Vivía en un amplio chalet con sus padres y su hermano mayor donde disfrutaba de una vida razonablemente cómoda y agradable. No había nadie en la cocina así que supuso que habían salido a pasear no queriendo molestarla ras una noche de juerga - eran así de considerados -. Aún vestida sólo con la camiseta y las braguitas se sirvió un generoso tazón de cereales con leche y se sentó a comer. Estaba famélica y muy cansada y el desayuno le vino bien para recuperar fuerzas. Tras una ducha rápida se vistió y se sentó pensativa en el salón. No le apetecía llamar a sus amigas, que la bombardearían a preguntas sobre las que no tenía respuestas. Y tampoco tenía ganas de ponerse a estudiar. Así que decidió salir a dar un paseo por la playa. Era aún temprano y habría poca gente, además conocía una calita algo escondida y poco frecuentada salvo en verano, cuando los domingueros invadían cada centimetro cuadrado de arena. Odiaba a los domingueros.

Cogió su bolsa, un bikini y una toalla- por si acaso - el móvil y algo para picar mas tarde y se encaminó en su scooter hacia la cala, necesitaba pensar y estar un rato a solas.

La cala, tal y como había imaginado estaba vacía. Se tumbó sobre la arena y cerró los ojos...

La oscuridad era total. Pero sabía que no estaba sola, algo terrible estaba a su lado aunque era incapaz de verlo. Un sensación de terror invadió su cuerpo. Tenia miedo. No, pánico. Un sentimiento atávico y primario la atenazaba. No podía ver, ni oir... pero la prensencia llenaba cada rincón de la oscuridad que la envolvía. Gritó, o al menos intentó gritar ya que ningún sonido salió de su boca - ¿Aún tenía boca? - Abrió los ojos, y entre la penumbra logró por fin distinguir tres figuras.

Se había quedado dormida en la playa y había atardecido. Se incorporó, asustada de nuevo aunque con un miedo mas natural. Estaba sola y tres jóvenes desconocidos la miraban, ella conocía ese tipo de mirada, las había sufrido desde los catorce años, pero nuca le habían dado tanto miedo. Claro, que nuca había estado sola, medio desnuda e indefensa ante ellas.

Larura sabía lo que vendría a continuación y contuvo a duras penas las lágrimas. No les daría esa satisfacción.





jueves, 1 de marzo de 2012

Capitulo II -Recuerdos -


Isod abrió los ojos al ponerse el sol. El sopor que lo embargaba cada mañana a la caída de la noche se desvaneció por completo. naturalmente cuando abrió los ojos solamente vio oscuridad. El vampiro era en extremo prudente - incluso paranoico- en lo que a su seguridad se refería durante las horas de sueño, cuando tan vulnerable era. Despierto no tenía miedo a nada, pero cada noche antes de sumirse en el sueño de los no muertos se envolvía en traje negro de kevlar de pies a cabeza. ocultaba sus ojos tras gruesas gafas negras y como colofón se introducía en el que posiblemente fuera el saco de dormir mas caro del mundo. Tejido en malla de acero inoxidable y cubierto con un resistente tejido sintético especialmente diseñado para no dejar traspasar la luz del sol. no contento con todos estos preparativos dormía en una habitación cerrada, sin ventanas y con una doble puerta de seguridad conectada a múltiples alarmas de movimiento y temperatura.
El vampiro no tenía miedo, pero le horripilaba la idea de morir por culpa de un accidente estúpido.

 Se despojó de su peculiar atuendo y se miró completamente desnudo  en el espejo de la habitación - otro mas de los muchos mitos absurdos acerca de los vampiros - Sonrió. Tenía un color casi saludable después de su aventura de la pasada noche. Su cuerpo estaba cubierto de abundante vello, en vida siempre había tenido mucho pelo - delgado pero musculoso lo cierto es que desnudo mas se asemejaba a un hombre lobo que a un vampiro - y menos a uno de esos vampiros mariquitas de Crepúsculo - pensó irónico. El era un vampiro de verdad, salvaje, voraz... y si se mostraba al sol sin duda brillaría... durante los segundos en que su piel ardiera como el mismo infierno.

Desconectó las alarmas y abrió la puerta de seguridad saliendo al amplio salón del magnifico apartamento que había alquilado tres meses atrás. Pronto tendría que dejarlo pero el vampiro no sentía pena. Hacía mucho que no estaba atado a nada terrenal y durante sus estancias en las ciudades deambulaba de un alojamiento a otro, siempre pagando en efectivo, siempre bajo diferentes nombres. Hacía tratos con seres humanos cuyas almas eran aún mas oscuras que la suya propia y que no hacían molestas  preguntas cuando alguien se les acercaba con varios miles de euros en el bolsillo. Tenía pues una vida cómoda y relativamente sencilla.

Y pronto se aburriría de ella y correría al monte, donde tal vez se perdiera durante meses o años, durmiendo en la tierra excavada con sus propias manos y cazando animales y hombres para alimentarse. Sonrió pensando que si su mentora, la estirada Mayll le viera de esa guisa se moriría.

Mayll... hacía años que no pensaba en ella, pero ahora los recuerdos acudían a el, tal vez refrescados por su aventura de la pasada noche. Mayll y Lucía - cuyas bragas tenía aún guardadas - se parecían un poco e incluso olían parecido.  Mayll se había convertido a los quince años - seguramente - y afirmaba tener mas de mil años por esas fechas. Era pues de apariencia frágil y joven, una morenita increíblemente hermosa con la fuerza de cien hombres y la maldad de satanás en un día realmente malo.

Pues Maylle era tan cruel y despiadada como bella. Fue la primera persona que vio cuando volvió a la vida y fue la que lo bautizó con su nuevo nombre. El vampiro recordaba con meridiana claridad como la chica resplandecía ante el y le hablaba. le hablaba de lugares extraordinarios, de sitios increíbles y de inmortalidad. Pero poco o nada oyó de todo eso, en realidad no le importaba. Estaba vivo, se sentía fuerte... y muy hambriento.

Durante la siguiente década su maestra vampira - como a ella le gustaba ser llamada - y su padawan - nunca entendió la broma -recorrieron Europa, África, América... y sembraron de muerte y dolor todos aquellos lugares que pisaron. Maylle le enseñó todos los trucos de los vampiros, como asesinar, raptar y robar. E Isod aprendió bien, muy bien. Poseía una capacidad innata para la violencia y un desprecio total por la vida humana. Así que se convirtió no solo en el amante de Mayll, si no en su brazo ejecutor. Durante años bebieron y mataron, se dieron auténticos baños de sangre bajo cuerpos mutilados mientras follaban como animales. Hombres, mujeres y niños, no importaba. Eran solo alimento y  placer.

Mayll incluso llegó a presentarlo en sociedad y le llevó a conocer a algunos de los vampiros mas viejos del mundo, seres fantasmales, terribles. Habitaban suntuosas mansiones o cuevas inmundas. Tanto daba, eran poderosos y crueles. Con lo que no contaban era con que el joven recién nacido lo era aún mas.La maestra se sentía orgullosa de su nuevo alumno y lo exhibía como si fuese uno de esos niños repelentes que se saben la historia del mundo con cinco años. En una de esas fiestas es donde todo se complicó.

En un viejo castillo Galés se daba una exclusiva fiesta entre la élite de los vampiros. Eran unos pocos hijos de los milenios, unos cuantos centenarios y por supuesto, sus acólitos neo natos. En total una veintena de vampiros sedientos dispuestos a divertirse. El anfitrión, un viejo terrible que parecía haber sido el maestro de Matusalén, se había hecho llegar doscientos humanos, comprados o raptados para la ocasión. Todas las victimas eran inusualmente jóvenes y hermosas - ninguna debía superar los veinte años - y todos estaban aterrorizados. Entre la orgía de sexo y sangre los gritos de dolor y miedo se confundían con  los de placer. Isod, desnudo de cintura para arriba se alimentaba de una chica medio desnuda, parecía un animal salvaje y casi aullaba de placer. Maylle se acercó a él y le acarició el cabello - tranquilo cachorrillo, bebe despacio -. Fue un comentario desafortunado que al orgulloso vampiro no le gustó. Menos aún le gustaron las risitas que oyó - Soltando a la chica moribunda se alzo en el centro del gigantesto salón. Y por vez primera miró a su alrededor. Los neo natos saltaban y brincaban dando caza a los humanos mientras los antiguos los miraban riendo desde fuera... Eran monos de circo divirtiendo a sus amos.

Maylle le miró a los ojos y lo que vio reflejado en los profundos ojos verdes de su amante fue la muerte. Isod con aparente tranquilidad se aproximó al antiguo mas cercano. Un cabrón de pelo negro y largo, delgado y casi tan alto como el. Le dirigió una mirada de desprecio. La sangre de su última victima aún corria por entre las garras y los colmillos del joven vampiro. Sonrió a su vez. Y después le hundió la mano en el pecho con tanta fuerza que lo atravesó de lado a lado. Al sacarla arrastró el corazon con su garra. Triunfante lo elevó sobre su cabeza mientras el viejo vampiro se consumia y lo estrujó sobre su boca, bebiendo avido la sangre que caia sobre el. Si la sangre humana era placentera la sangre de un vampiro milenario era pura gloria.

Bajó la vista y vio al resto de los vampiros observandole espantados. Incluso los neo natos habían dejado de lado su espectaculo para observar aterrorizados como ese joven vampiro semi desnudo, casi salvaje en su apariencia acababa de asesinar a un ser que había entrado en su tercer milenio de vida con un solo golpe.
Isod sonrió sin humor. Sus ojos verdes brillaron con luz propia. Parecia mas alto, mas terrible y poderoso. La autentica Muerte había llegado.

 -Y ahora.. corred -

Algunos lograron escapar. La mayoría, mas de diez mil años de vida murieron en sus garras esa noche.

Y seguirá...







lunes, 27 de febrero de 2012

Capitulo I - La Caza -


Hoy comienzo una serie de relatos, a ver que tal. Ojo, contienen escenas de indole sexual muy explicita. Asi que ya sabes, si eres menor o no te gusta el tema, cierra la puerta al salir. Gracias. N.A.


El vampiro iba de caza. Como cada noche se sumergía en el torrente humano de la ciudad buscando sus presas entre los incautos humanos, que sin sospechar nunca de la oscuridad que lo precedía sucumbían a sus encantos sobrenaturales. Era delgado, pues habían pasado no menos de veinte años desde la  última vez que un alimento sólido había pasado por sus ahora inútiles órganos antaño tan vitales. También era atractivo, no guapo, pero encantador en sus rasgos afilados y bien definidos. Con su metro ochenta de estatura tenía hoy en día una altura media muy similar a los que se suponían sus coetáneos. Pelo castaño y profundos ojos verdes se veían completados con una blanca sonrisa que para los buenos observadores ocultaba más allá del sarcasmo y la desfachatez de la que solía hacer gala algo más oscuro y siniestro. Sin embargo ni tan siquiera esos buenos observadores llegaban a sospechar nunca de la autentica naturaleza del misterioso muchacho, apenas salido de la adolescencia a sus veinte años, que tenían delante. Al fin y al cabo en estos tiempos de razón y escepticismo no había cabida para lo sobrenatural mas allá de los programas de televisión, que sin rigor alguno se hacían eco de los absurdos temas relacionados con vampiros, hombres lobo y fantasmas que entremezclaban en un absurdo maremágnum de informaciones contradictorias con visitas extraterrestres y conspiraciones internacionales. El que algunas de esas teorías resultasen ser ciertas no hacían mas que incidir en la ironía de toda la historia.

El vampiro atravesaba pues la noche con la tranquila confianza de saber que la oscuridad ocultaba grandes peligros y atrocidades, y que el era el peor de todos los monstruos que poblaban las pesadillas de los mortales. Vestía vaqueros y zapatillas de deporte. Otro joven mas de camino a reunirse con sus amigos, solamente que en este caso en particular el propósito de su camino no era un inocente botellón en alguna calle mas o menos céntrica para después acudir a pub de rigor, baile, bromas, risas y tal vez si la noche se le daba bien algún ocasional magreo con una chica. Su objetivo era otro, y tal vez algunos considerarían que mucho mas terrible. Buscaba alimento.

El joven vampiro – pues era joven para los cánones de su especie – sabía que cada vampiro de alimentaba a su manera. Conocía de casos que buscaban su sustento solamente entre los delincuentes, los asesinos y violadores. Cebándose en los malvados para sí justificar su existencia. Otros hacían lo propio con los marginados, no tanto por cuestiones morales como por las escasas posibilidades de que la policía investigara las muertes y desapariciones de vagabundos y drogadictos.  Y otros, encumbrados en las ramas mas altas de la sociedad se limitaban a hacerse llevar el “alimento” a lujosas mansiones donde daban rienda suelta a las más espectaculares orgias de sangre que se puedan imaginar.

Sin embargo, tal vez por su juventud nuestro vampiro cazaba entre las que siempre habían sido sus presas. Jóvenes  guapas de la noche, arregladas, pintadas y dispuestas a pasar un buen rato con un chico atractivo. El vampiro no sólo buscaba saciar su sed de sangre, si no el deseo sexual al igual que cuando respiraba.
Entró en el local, un pub tenuemente iluminado donde su pálido rostro podía pasar perfectamente desapercibido. Pidió un ron cola, por pura costumbre ya que es lo que solía beber cuando aún vivía y observó a su alrededor. No tardó más de unos segundos en localizar su presa. En la esquina derecha, acompañada de tres amigas una chica morena, no más de diecinueve, no menos de diecisiete, a pesar de que en esos tiempos en que las adolescentes vestían ropas que solamente unos años atrás las habría incluido en la calificación de putas, era difícil de saberlo exactamente. El pelo rizado de la joven caía sobre sus hombros, un ceñido vestido negro resaltaba cada una de sus impresionantes curvas, el escote palabra de honor se esforzaba por mantener los generosos pechos a buen recaudo y el culo, prieto y bien formado resaltaba aún más debido a la fina cintura de su orgullosa propietaria. Era una mujer muy guapa, los labios carnosos pintados de rojo y un poco de maquillaje era todo lo que llevaba. Ella se sabía atractiva, sabía que su mera presencia hacía que todas las miradas recayeran ene ella a pesar de que sus amigas resultaban bastante atractivas, pero no podían competir con la voluptuosidad de la que hacía gala.

El vampiro la observó durante unos minutos, no solamente era muy guapa, además reía con sinceridad, despachaba a los pesados moscones que se le acercaban con cordialidad y trataba a sus amigas con cariño. Sin duda era alguien a quien merecía la pena conocer…
El joven no muerto esperó al momento oportuno y cuando sus miradas por fin se cruzaron la de ella quedó trabada con los de el. La preciosa joven observó con sus profundos ojos negros no carentes de interés como el chico se acercaba a ella con andares pausados y casi felinos.

Era atractivo, delgado y atlético, apenas cinco centímetros mas alta que ella, aunque de cerca parecía más alto. La joven estudiante estaba a acostumbrada a que todo tipo de hombres la abordaran, hombres de carrera, con dinero y estilo que la intentaban impresionar con coches caros y enormes áticos. Hombres guapos, trajeados y con el mundo a sus pies que se sabían muy por encima de un vulgar chico vestido con vaqueros, y que aún y así rara vez lograban conquistar a la alegre chica que ahora miraba embobada a su nuevo pretendiente. Las amigas callaron un momento su alegre charla, solo para darle la oportunidad a Lucía, pues ese era su nombre, a deshacerse del nuevo moscón con su habitual estilo. Intentando no herir nunca a nadie, y menos a uno con tanto valor.
Todo eso vio el vampiro reflejado en sus ojos, y reprimiendo sentimientos que ya creía olvidados tendió la mano a su conquista.
-          Soy Isod – su voz, aunque suave llegó perfectamente a los oídos de Lucía a pesar de la música y las conversaciones a su alrededor. – Creo que deberíamos conocernos – Su sonrisa resplandeció en se gesto que tan buenos resultados le daba y que en parte estaba destinado a ocultar los colmillos tras sus labios.
-          Lucía – le contestó tomando la mano que le había tendido el vampiro – Isod… curioso nombre, ¿de donde es?
-          Bíblico, es todo lo que se, hace veinte años que me lo pusieron y lo cierto es que entonces no estaba en condiciones de hacer preguntas.
Lucía sonrió creyendo equivocadamente entender la pequeña broma privada de su nuevo amigo. Se sentía extraña, no era el tipo de hombre por el que normalmente se hubiera sentido atraída. A pesar de que ella tenía un año menos que Isod estaba acostumbrada desde que entró en la pubertad a salir con chicos mayores, habiendo sido su última relación con un arquitecto de treinta años con el que había salido durante tres meses. Este chico por el contrario era joven, no parecía tener nada…. Nada aparte de una sonrisa sincera y una ausencia total de miedo en sus ojos verdes de gato. Le gustaba.
-          Bueno, pues ya nos conocemos, Isod – le dijo en un susurro – ¿estás contento? - Se habían acercado mucho, empujados por la creciente afluencia de público y ligeramente separados de sus amigas. Apenas estaban ahora a unos centímetros, aunque aún no se habían tocado. Lucía sintió ante esa proximidad como un familiar escalofrío recorría su cuerpo partiendo de su entrepierna. Siempre había sido una mujer muy sexual, habiendo perdido la virginidad a los quince años – siempre contaba entre risas que mas que perderla la había regalado – estaba acostumbrada a reconocer y aceptar sus impulsos sexuales, y a satisfacerlos cuando era oportuno. Sin embargo nunca había sentido un impulso tan fuerte de excitación por un extraño, y mucho menos sin llegar siquiera a tocarse. Se imaginó entonces al chico abrazándola, acariciándola metiendo esas fuertes manos por debajo de su falda y arrancándole el tanga… Lucía sintió como le subían los colores, tenía el corazón a punto de estallarle y sentía como el tanga se le había mojado. – Joder tía, te has corrido – pensó, mas con sorpresa que con vergüenza.
 Un súbito empujón la llevó directa a recorrer los escasos centímetros que los separaban y chocó con el cuerpo del desconocido, se sorprendió al comprobar que era como chocar contra una pared, duro y firme. Era todo lo que necesitaba Lucía. Rodeó el cuello de su amante y lo besó.

Isod estaba sorprendido, aunque acostumbrado a la rápida desinhibición de sus conquistas esta chica era algo especial. Sintió su beso, ardiente, apasionado. Los labios de Lucia eran exigentes, sabían lo que querían, sabían lo que hacían. Isod no se quedó atrás y devolvió el beso, aunque con cuidado de no provocar ninguna inoportuna herida con sus colmillos. Sentía el cuerpo caliente y tentador de Lucía contra el, podía oler su sexo, mojado tras el orgasmo anterior y como su cuerpo pedía mas…. Mucho más.
Rodeó su cintura, sus manos se deslizaron por sus curvas, le acarició las piernas entre suspiros y subió hasta su culo. No deteniéndose introdujo sus manos por debajo del vestido. Podía sentir ahora su piel, suave y tersa, la casi inexistente tela del tanga.
Lucía sabía que estaba dando un buen espectáculo, y que al día siguiente tendría que darles muchas explicaciones a sus amigas… pero ahora no le importaba. Tan sólo quería que ese extraño joven se la follara. Sentía sus manos tan fuertes como las de una estatua en su culo. Si decidía bajarle el tanga y subirle el vestido allí mismo ella le dejaría, tan completamente abandonada se encontraba que no le importaba la idea de ser follada en mitad de un pub con docenas de curiosos – muchos de ellos conocido y amigos – por un extraño.  En realidad… eso la excitaba aún más.
El vampiro no quería atraer sobre si mas miradas de las necesarias, aunque disfrutaba del exhibicionismo no era conveniente para el llamar la atención mas de lo estrictamente necesario. Así que sujetando casi en volandas a su conquista cruzó el pequeño local hasta la calle.
En sus brazos Lucía sentía como si no pesara nada y se dejó llevar aún envuelta en una incontrolable ola de placer. Respiró una bocanada de aire puro en el exterior. Isod la dejó en el suelo y tendiéndole la mano la llevó hasta un callejón cercano de los muchos del centro y cuyas antiguas paredes sin duda habían visto escenas similares a esta miles de veces. Similares… aunque no iguales.
Isod apoyó la espalda de Lucía contra la pared. Sin dejar de mirarla a sus ojos color de azabache deslizó la mano derecha por la parte interna del muslo subiendo poco a poco hasta llegar a la entrepierna. Allí estaba húmedo y palpitante el coño de Lucía. Ella abrió aún más las piernas para dejarle hacer. Aunque no era la primera vez que tenía sexo en la calle nunca antes se había sentido tan abandonada, tan dispuesta tan “puta” pensó allí, en la calle, con un desconocido metiéndole mano mientras ella se habría de piernas.
Isod bajó lentamente la ropa interior de Lucía mientras se agachaba, dejó el precioso tanga de encaje, regalo  de un anterior amante, en los tobillos de la chica y le subió el vestido hasta la cintura. Aspiró extasiado el perfume de su sexo, como humano siempre le había vuelto loco el olor, pero ahora, con sus sentidos potenciados cien veces por el vampirismo era mucho mas intenso. El coño no estaba completamente depilado, dejando una fina línea de pelo bien recortado a la vista. Sin dudar Isod se acercó a el y lo lamió. Lucía suspiró aún más fuerte y el vampiro recibió un shock casi eléctrico, pues así como su olfato era cien veces más sensible, sus papilas gustativas se veían favorecidas por los mismos misteriosos poderes de los vampiros. El sabor era embriagador y se puso a la tarea de disfrutarlo.

Lucía puso sus piernas sobre los hombros del chico permitiéndole así mejor llegar hasta ella y entre espasmos de placer un orgasmo tras otro recorrió su cuerpo. Poco podía imaginar que lo más increíble estaba por llegar. El vampiro la dejó con las piernas en el suelo y aproximándose a la ingle descubrió por fin sus afilados colmillos. Una ligera incisión y empezó a chupar poco a poco la sangre mezclada con los fluidos de Lucía.
La chica gritaba de placer mezclado con otra cosa… y el vampiro obtenía un poco de sangre con sabor a diosa. Al poco se elevó, su silueta parecía aún mas oscura, su presencia mas grande y terrible. Pero Lucía no sentía miedo, estaba totalmente entregada a el… de todas las maneras posibles.

Aún con un poco de sangre en los labios la besó, mezclando saliva, sangre y sexo en un cálido beso. El vampiro con un movimiento fluido que parecía la continuación natural del beso se acercó al cuello y volvió a morderla, esta vez el caudal de sangre fue mayor. Y una vez más a Lucía no pareció importarle.
Saciado por fin el vampiro se retiró y observó a su amante. A pesar de la sangre tenía las mejillas aún sonrosadas por la excitación, el vestido aún subido sin pudor alguno sobre la cintura, mostrando su coño y un ligero hilillo de sangre deslizándose hacia el suelo mezclado en parte con sus propios jugos.  El generoso pecho subía y bajaba, tentador… Pero Isod sabía que tomar mas llevaría a Lucía al borde de la muerte, y aunque en multitud de ocasiones eso no le había detenido, alimentándose de sus victimas hasta que dejaban de respirar con su boca ansiosa sobre ellas. En esta ocasión algo lo retuvo. – Demasiado buena para una sola vez – se intentó convencer a si mismo, imaginándose que si no la mataba bien podría repetir en otra ocasión sus encuentros sexuales. Aunque en su interior sabía que había algo mas profundo para no matarla.

Con delicadeza la besó en sus labios entreabiertos, y limpió los últimos restos de sangre de su boca. Le bajó el vestido y recogió sus braguitas. Travieso le sonrió y se las guardó en la cazadora. Ella le acarició el rostro, maravillándose una vez más de la extraordinaria dureza de su piel, de la fuerza de sus manos.  Sabía que había algo extraño en lo que estaba pasando, no sólo por el hecho de la ausencia de penetración, era algo más… algo oscuro y terrible. Intentó dar un paso, pero sus piernas flaquearon tambaleantes, y hubiera caído al suelo si Isod, con una velocidad asombrosa no la hubiera sujetado.
-          No te hagas daño querida – dijo con voz dulce y susurrante – nos veremos pronto.
El vampiro se marchó, dejándola cerca de la discoteca donde se encontraban sus amigas. Lucía, sin bragas, cansada y confusa se sentó en un banco cercano. Apenas había intercambiado un par de frases con el desconocido al que se había entregado mas completamente que a nadie en su corta vida. Sus amigas la vieron y se acercaron a donde se encontraba. Sus miradas de sincera preocupación se tornaron pronto al ver su estado en miradas pícaras y sonrisas traviesas.

El vampiro, oculto entre las sombras dejó de escuchar los comentarios vulgares de las chicas y la insistencia de entrar en detalles más o menos sórdidos y se alejó del lugar. Conservaba un recuerdo de su presa, y el sabor de su sangre tardaría días en desaparecer. Podría encontrarla cuando quisiera…  y lo haría.

Continuará...



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domingo, 8 de agosto de 2010

El viejo y el sauce




Buenas tardes, si me permiten presentarme, mi nombre es Paco, conocido desde hace 30 años como Paco el Churrero, si, lo han adivinado. Soy panadero. Que nooo, es broma, soy el dueño de Churrería Paco, si vienen por mi tierra pregunten por Churrería Paco, todos la conocen. Y mi trabajo me ha costado!. Recuerdo hace veinte años... Yo trabajaba en una fábrica de coches desde que tenía memoria, formaba parte de la cadena de montaje y odiaba cada segundo que pasaba allí. Yo lo que realmente quería era hacer churros, desde pequeño esa había sido mi mayor ilusión. Dirán ustedes que es un sueño un tanto peculiar, que los niños quieren ser médicos, o bomberos, pero yo sabía lo que quería, quería ser churrero.
La cuestión es que por avatares de la vida comencé a trabajar en la fabrica de coches en la que mi padre llevaba toda la vida y donde murió dos años antes de jubilarse en un estúpido accidente de la cadena de montaje. Y yo... yo no pude más. Diría que vi la luz apagarse de los ojos de mi padre, pero mentiría, la luz de sus ojos se había apagado hacia ya muchos años sumido en un trabajo que lo embotaba hasta que toda la ilusión y las esperanzas acabaron muriendo en el. Y mientras lo acompañaba en la ambulancia, sabiendo que no llegaría con vida al hospital, juré que eso no me pasaría a mi, no desperdiciaría toda la vida en un trabajo sin futuro, condenándome a mi a una vida infeliz y a toda mi familia a una vida mediocre. Al día siguiente me temblaban las piernas cuando acudí al despacho del gerente para despedirme, en su honor intentó convencerme de pensármelo, creyendo que estaba en chock - y vive dios que lo estaba - por la tragedia de mi padre - me ofreció tomarme unos días libres, adelantar mis vacaciones, ir al medico de la empresa... pero yo estaba decidido a abandonar, sentía nauseas y un miedo atroz, pero estaba decidido.

Tres meses después inauguramos la churrería, Churrería Paco. Por dios, que orgullo, que recuerdos... y que miedo!. Había empeñado todo lo que tenia para alquilar aquel pequeño local, debía dinero a casi todo el mundo, invertido todos los ahorros que tenia y puesto como garantía del préstamo bancario el piso de mi madre. Si aquella aventura salia mal... bueno, en las interminables noches en vela pensaba en ello, en la locura que estaba cometiendo, y entonces volvía a ver el rostro de mi padre, consumido, gris... tan alejado del hombre vigoroso y alegre de mi niñez que casi podía llorar. Además, ya era tarde para arrepentimientos, ahora era el momento de trabajar. Y vaya que trabajé! De sol a sol, siete días a la semana, todos los días del mes, había tanto por hacer que las horas pasaban volando, limpiar, comprar, vender, abrir, atender a los clientes, cerrar, limpiar, contar, pagar... Mi mujer, bendita sea, venia a ayudarme cada vez que podía, y en sus ratos "libres" limpiaba casas y portales para colaborar en aquellos primeros meses en los que los números no querían cuadrar nunca.

Pero lo hicieron, el negocio salió adelante, los números cambiaron de color por fin. Tanto que pude contratar a un ayudante, Antonio, un chaval de mirada viva y muchas ganas de trabajar. Pasaron los años y el negocio siguió creciendo, contraté a tres personas más, Antonio se convirtió en mi encargado e hicimos varias reformas para ampliar la Churrería, nuevas maquinas más grandes y modernas, un local mas amplio... Bueno, las cosas iban viento en popa, como suele decirse. Cinco familias vivíamos a costa de mi querida churrería, y por fin pude mudarme de nuestro pequeño piso a un chalet en la sierra, nada ostentoso, pero bonito y cómodo. Cambié mi viejo R-12 por un mercedes y comencé a ir a restaurantes "buenos" e incluso un año nos fuimos mi mujer y yo de viaje a Punta Cana, dos semanas enteras de relax y lujo. Por que a todo esto el negocio seguía absorbiendo la mayor parte de mi tiempo. Confiaba en Antonio y los demás, claro, llevábamos juntos muchos años, pero la churrería era mi vida y no podía ni soñar en dejarla sola por mucho tiempo...
En definitiva, las cosas marchaban como miel sobre ojuelas. Hasta hace cinco años. Entonces llegó la Crisis. Al principio no me preocupé, no era la primero que pasaba y siempre había salido adelante, al fin y al cabo los churros no eran caros, no eran un articulo de lujo y mi negocio estaba enfocado a la clase trabajadora, precios asequibles y ambiente agradable, eran mi clave para que nunca me faltaran clientes.

Pero el paro aumentaba, así como los impuestos, los salarios, las luz, el agua... subía todo menos el precio de los churros. Y cada vez vendíamos menos y menos... en la vieja barriada ya casi todas las familias tenían al menos un miembro en paro, y en cada vez más, todos. Los churros se convirtieron en un articulo de lujo, algo que tomar los Domingos... con suerte. Ya no tenia trabajo para cuatro personas, claro, pero decidí aguantar un poco, los últimos años habían sido buenos y me resistía a despedir a nadie. Pero las cosas lejos de mejorar empeoraron, ya nadie entraba en Churrería Paco, la caja tenia telarañas, pero seguía teniendo que pagar los salarios a cuatro personas, la seguridad social, el IBI, el IAE, el asesor fiscal, la letra de las nuevas maquinas y el crédito de la reforma del local... Y, sencillamente ya no tenia mas dinero. Hablé con mi gente, ellos lo entenderían, durante veinte años habíamos sido casi como una familia. Si, ellos lo entenderían. Y lo entendieron, mas o menos, adelantaron vacaciones, renunciaron a las extras y los festivos... pero aún así no era suficiente. Sencillamente no había trabajo para tanta gente.

Yo sabia que el negocio podía ser viable... pero no con ellos, sus salarios eran grandes (cuando son años de bonanza es difícil decir que no a los aumentos de sueldo) y los beneficios inexistentes. La solución era dura pero simple. Tenia que despedirlos, "arremangarme" y ponerme al pie del cañón otra vez. Ya no era tan joven como antes, pero el trabajo duro nunca me asustó, y que los infiernos me llevasen si iba a permitir que el negocio de mi vida se me fuera a pique.
El problema? Bueno, a estas alturas no puedo permitirme el pagarles la indemnización, con sus salarios y su antiguedad... En fin, tengo puesto a la venta mi chalet, pero tal y cómo está el mercado inmobiliario no me pagaran por el ni la mitad de lo que vale, eso con suerte. Los bancos, que hace unos años me llamaban cada día para ofrecerme dinero que no necesitaba ahora ni tan siquiera me reciben. La única opción parece el cierre, venderlo todo y liquidar... creo que me quedará suficiente para no pasar calamidades, pero es duro, todo el trabajo de mi vida perdido... Y aún mas duro es ver las caras de mis trabajadores, no es que pueda culparles, no demasiado. Me ven con mi flamante mercedes, mis trajes y mi reloj de oro, saben que vivo en una casa grande con piscina y que cómo en restaurantes caros. Pero también saben que he trabajado duro toda mi vida para pagarlo, que lo tengo todo hipotecado en el negocio que nos da a todos de comer. Saben que lo he arriesgado todo en la churrería, si, ellos irán al paro, lo pasaran mal, si.... pero es mi dinero el que se ha perdido, mi sueño el truncado... sin embargo ahora, después de todos estos años me miran como a un especulador que se ha aprovechado de ellos en las vacas gordas y ahora, cuando vienen los tiempos dificiles huye con los beneficios. Beneficios... Ja! Todos se los han comido ellos, ya que han seguido cobrando cada mes, a pesar de que la caja estaba vacía al terminar cada jornada laboral, ellos, los bancos, el Gobierno... han acabado por ahogarme. Hace un año podría haber salido adelante yo solo con un par de los chavales. Hoy tal vez podría salvarme yo y esperar a tiempos mejores.


Mañana.... mañana cerraré el local, declararé la quiebra y me retirare. Mereció la pena? Si, sin duda, he sido muy feliz todos estos años, a pesar de todo. Es solo que... bueno, de haber tenido otras opciones. Churrería Paco seguiría viva.

lunes, 19 de enero de 2009

La Antiespada

- Bueno, como hoy no se de que escribir, vamos a probar algo nuevo.

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El Héroe entró en el pueblo cabalgando con tranquila seguridad, su enorme caballo negro, resplandeciente a pesar del polvo del camino era un perfecto acompañante para el alto y musculoso jinete. Sus profundos ojos verdes, acerados como la espada que colgaba de su espalda se clavaban en todos los que osaban depositar su vista en el, obligando los a retirar la mirada, todo en el clamaba ser un gran guerrero, un héroe de leyenda, y sin duda de haber echo valer su nombre el solitario jinete habría tenido muchas más miradas de admiración y respeto, era una leyenda viva, un mito por méritos propios.


El jinete llegó a la puerta de la desvencijada taberna y se apeó del caballo, lanzando miradas de furia alrededor se levantó del suelo inmediatamente y con disimulo se sacudió el polvo, rechinando los dientes fue hacia la puerta y la abrió...con mucho cuidado la volvió la depositar en su marco y entró con paso seguro en el lugar de la cita. Algunos rostros se volvieron hacia el, pero hay poca gente dispuesta a interrogar a un guerrero de metro ochenta armado con una espada casi tan grande como el, dos katanas e innumerables dagas colgadas de su cinturón.


Con mucho cuidado llegó hasta su mesa y tomó asiento, miró una vez más a su alrededor, aún desafiante, aunque sabia que si alguno de los presentes quería pelea con el, mas le valía salir corriendo, ya que en sus actuales circunstancias lo más probable era que se cortara el cuello con su propia espada – y sucesos recientemente ocurridos le hacían temblar ante semejante posibilidad – no es que tuviera miedo a la muerte, pero una cosa era morir en combate contra un dragón y otra muy distinta morir atravesado al blandir tu propia arma.


Y entonces llegó ella, el guerrero se quedó sin habla al verla, aunque seguramente también colaboró el que se atragantara con uno de los cacahuetes que estaba tomando.


Si Satanás hubiera perdido menos tiempo en batallitas con los ángeles, manzanas y mariconadas varias, y hubiera dedicado más tiempo a las cosas importantes, sin duda hubiera ideado una mujer como ella, la autentica Perdición del Hombre y la Mujer – no hay que ser antiguo – se deslizó por la taberna como un velero por un mar en calma, dejando a su paso varios seres sintiéndose infinitamente miserables y echando de menos partes de su anatomía que habían intentado acercar más de la cuenta.


- Y bien, ya estoy aquí -


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