Este pasado mes de Junio aprovechando que el Pisuerga pasaba por Teruel planeamos mi nena y yo una escapada de una semana a Fuerteventura. Buscabamos un destino tranquilo, lleno de sol y playas desiertas, puesto que sol en mi tierra es algo que abunda, pero encontrar una buena playa, amplia, de aguas cristalinas y poco frecuentada es tan improbable como encontrar un cura hetero, un político que no mienta o un cliché que no haya escrito.
Tras mucho buscar y dado que el año pasado disfrutamos de la maravillosa Mallorca decidimos cambiar de islas y optamos por Fuerteventura. Como ya he dicho lo que mas me atrajo de la isla fueron sus playas, kilometricas y casi desiertas playas de aguas limpias y arena fina que prometían interminables horas de relax y tueste al desnudo. Solamente vi un problemilla, y es que se rumoreaba que el viento en la isla ea algo fuerte, pero tampoco parecía ser un problema y cientos de opiniones favorables en los foros de Trivago decantaron la balanza favorablemente hacía Fuerteventura, y mas concretamente hacia la peninsula de Jandía.
Playa de Jandia, una autentica maravilla
Interminable playa de Jandia
Pena de viento y nublado
El hotel elegido el Barceló Jandia Playa, pero otro día hablaré de el, hoy prefiero centrarme en el destino en si.
El hotel Barceló Jandia Playa
Vista espectaculares desde la habitación
La peninsula de Jandía se encuentra al sur de la isla de Fuerteventura, y efectivamente como la publicidad anunciaba hay una extensa playa de arenas doradas y aguas limpias de tres kilometros rodeada de un espacio natural protegido, además el paseo martimo es ideal para hacer footing y hay bastantes bares y tiendas para hacer las delicias del turista. Pero para ir a bares o tiendas no me hago 4 horas de avión, y lo que yo buscaba eran playas... y que playas encontré! Que bonitas, que maravilla de la naturaleza... para verlas de lejos ya que el viento, el incansable viento hacia practicamente imposible permanecer en la playa mas de cinco minutos seguidos. Por los dioses, no me extraña que esten desiertas. La arena, dorada y fina en la distancia se convierte en miles de pequeños dardos arrojadizos lanzados con saña y puntería hacia el cuerpo indefenso, montar una sombrilla o un corta vientos es tarea inutil y solamente divertida para los pocos optimistas que pueblan las playas y pasan un buen rato viendo al prójimo corretear tras el díscolo parasol.
Tal vez podría entender que haya personas a las que eso no les importe, pero viniendo de donde vengo, donde los dias de peor viento no pasan ni de una suave brisa en Fuerteventura la verdad es que resulta muy chocante que esa isla sea un destino turistico de sol y playa.
Sin duda los paisajes naturales son maravillosos, y el tener una sóla carretera principal que cruza la isla de lado a lado hace que moverse en coche de alquiler sea muy recomendable, indispensable, diria yo. Puesto que una vez frustada la ilusión de disfrutar de la playa sólamente queda el turismo rural... tampoco muy abundante, ya que dejando aparte el pueblo de Betancuria y los pueblecitos costeros, poco mas hay que rascar en la isla.
Pueblo de Betancuria
Los guanches
A destacar la escapada a Cofete, una especie de pueblo chabolista que solamente tiene acceso por carril de tierra (aunque perfectamente practicable con un turismo corriente) y cuya playa completamente salvaje y aislada es una maravilla de la naturaleza. Eso si, estamos hablando de una hora de camino y tranquilito. Como curiosidad en Cofete tenemos la casa de los Winter, perteneciente en el pasado a un general Alemán. Al parecer Franco le regaló la peninsula entera a los nazis, un lugar perfecto, aislado de todos y todo... Y el antiguo cementerio de Cofete, una cosa curiosa enterrada por la arena y del que apenas queda un muro derruido y algunas cruces (yo juraría que el cementerio es falso y solo sirve de reclamo turistico, pero bueno).
Cabrero en Cofete
Cofete tras una hora de viaje
Impresionante playa salvaje
Lo mejor de la isla, aparte de Cofete es el norte, en particular las grandes playas cerca de Corralejo, una extensión fantástica de dunas que conforman un paisaje natural espectacular. En esta zona existen cortavientos de piedra para protegerse del vendaval constante que azota la isla y lo cierto es que dentro de ellos se está en la gloria. Lo malo es que en cuanto sales el viento y la arena amenazan con cortarte la polla en trocitos.
La omnipresente cabra
Explorador intrépido atravesando el desierto
Y así kilómetros y kilómetros
En definitiva no es un destino al que volvería, ni que recomendaria a no ser claro, que seas un fan de los deportes acuáticos windsurf y kite surf... entonces Fuerteventura deberá de convertirse en tu tierra soñada y perfecta. Pero si pretendes ir a tomar el sol en la playa... mejor que no.
El paraiso del Kite Surf
Increible la playa
Lo que se ve a los lejos son cientos de velas de Kite Surf
Bueno, pues ya hemos vuelto de una semaníta de vacaciones en Fuerteventura de las que ya os hablaré con mas tiempo. Mientras tanto solamente una recomendación. Si vais buscando sol y playa... NO VAYAIS.
Bueno, esta vez no. Me refiero a la epoca estacional asociada al calor, la playa y... las vacaciones!
Vacaciones que esta vez Nanaif y yo hemos tenido el placer de pasar en Mallorca, Alcudia, Playa Muro. Aguas cristalinas y una temperatura de 30 grados han hecho de estas unas grandiosas vacaciones que hemos disfrutado como enanos. De verdad que vale la pena visitar esa fantástica isla, aunque eso si, la próxima vez NO iremos en Julio(ni en Agosto, obviamente) ya que aunque sin resultar excesivo estaba todo ciertamente petado de guiris. Y creo que lo hubiéramos disfrutado mas con un poquito mas de tranquilidad en las playas y los paseos.
Fuera parte eso...
Nos alojamos en el Holiday Garden, un hotelito con muy buena pinta, algo desvencijado, cierto pero en razonable buen estado y, sobre todo. Libre de niños!
No me entendáis mal, no tengo nada contra los niños, ellos son el futuro y todo eso... (y alguien tendrá que pagarnos la pensión algún día) pero no nos apetecía pasar nuestras vacaciones en una piscina llena de críos gritando y saltando, o comer rodeado de los lloros de los nenes, y peor aún, de los gritos de los padres!
Así que elegimos el Holiday Garden, ya que entraba en nuestro presupuesto y tenia todo lo que buscábamos. Y oyes, bien, el servicio de los camareros impecable, la piscina estupenda, la niña del chiringuito super simpática, la recepción amable, justita, pero correcta. La animación... bueno, bastante deficiente la verdad. Tuve que quejarme seriamente ya que tuvieron el poco respeto de poner el partido de la FINAL DE ESPAÑA EN ALEMÁN. Perdón por gritar, pero me enervo cada vez que lo recuerdo.
Pedazo de pantallón enorme en el bar del hotel y van y ponen el canal ALEMÁN! venga ya hombre, eso es una falta de respeto hacia todos los españoles, una vergüenza por la cual nunca volveré a un Garden y, desde luego no lo voy a recomendar a nadie, una cadena hotelera que siente tan poco respeto hacia sus huéspedes no merece ser visitada nunca mas.
En fin, la parte buena es que realmente nos lo pasamos muy bien, conocimos gente muy maja, una pareja de vascos y madre e hija madrileñas a las que olvidamos pedir su numero de teléfono (o facebook, que es lo que se lleva ahora), la fiesta de después de la semi final entre España y Alemania fue fantástica (aunque la animación tras la victoria de la final fue patética) La diferencia fue que para la semi final tocaba música en vivo con un grupo contratado y para la final tocaba animación propia del hotel.
Bueno, visitamos las famosas cuevas del Drach... impresionantes si, pero aún mas impresionante es la forma de hacer caja, en cada grupo pasan cientos de personas a la ve en un recorrido de una hora en el que a pesar de los intentos de los vigilantes se lanzan miles de flashes y te tocan centenares de rocas... a ese ritmo habrán acabado con las cuevas en unos pocos años mas. Millones de años de evolución geológica destruidos en unos decenios de irresponsabilidad y avaricia.
También nos hicimos un tour en catamarán por la isla, todo muy guiri, si, pero valió la pena por darse un baño fantástico en el mar y poder disfrutar de tan idílicos paisajes....
En fin, Mallorca, querida mía, te recordaré hasta que vuelva y volveré mientras te recuerde.
Debido aque mi elfa favorita se encuentra viviendo desde hace unos días en San Francisco (que suerte tienes condená) me he puesto a recordar mis propias vivencias allí, en realidad no hace mucho que os relaté vía swinsuit mi primera y magnifica borrachera allende los mares, pero no todo fueron borracheras, fiestas y sexo desenfrenado (por desgracia), también hubo otras cosas…
El viaje fue una pequeña odisea, con mis 18 añitos recién cumplidos y mucha ilusión me embarqué, mochila al hombro y unos cuantos dólares cosidos en los calzoncillos (mi mare me repitió un millón de veces que tuviera mucho cuidado, que ojito, que no confiara en nadie… tal vez por eso le di un mordisco a la azafata) rumbo a la tierra de las oportunidades, antes había estado en Inglaterra, pero nunca haba viajado tan lejos, ni para tanto tiempo, ¿miedo? La verdad es que no, no soy propenso a pensamientos tales como la duda o el miedo, bueno, la pura realidad es que no soy propenso a pensar en absoluto.
Como os decía tras unas cuantas lagrimas por parte de mi madre (principalmente) me monté en el avión rumbo a la mágica Barajas, o, cómo muchos lo conocemos, el Agujero del Fin del Mundo, donde me cambiaron tres veces la puerta de embarque, el vuelo salió tarde y, además, como medio aeropuerto estaba de obras, las señalizaciones no valian, menos mal que el personal de tierra era tan amable... (já).
En fin, costó pero finalmente logré embarcarme rumbo a NY para vivir la experiencia… mas condenadamente aburrida de toda mi vida, por dios, que peñazo de viaje. Chorrocientas horas de vuelo interminable con la única distracción de una pantalla en la que se veía el dibujo de un avión en medio del océano… y nada más.
Cómo anécdota os contaré que a mi lado viajaba una pareja de turistas americanos que volvían de sus vacaciones en España y chapurreaban un poco el español, los cuales tuvieron la amabilidad de confirmarme que el bocata chorizo que mi mare me había metido en la mochila no era necesario declararlo en la aduana.
Por lo demás ya os digo, un aburrimiento total viendo pasar nubes y más nubes… y ya tá.
Algo más de emoción tuvo mi llegada al JFK de New York, más que nada por que mis amigos de Iberia (sorpresa sorpresa) no encontraban mi maleta, única posesión material con la que contaba fuera parte de mi fiel mochila y los dólares de mis calzones, que por esas fechas seguramente no me los hubieran cogido ni regalándolos. Afortunadamente gracias a mis compañeros de viaje y a una amable sudamericana que trabajaba allí localizaron mi maleta y pude seguir camino diligentemente hasta perderme, pues resulta que entre terminal y terminal tenía que coger un autobús… en el que seguí dando vueltas hasta que logré averiguar en que parada me tenia de bajar, pecata minuta comparado con la interminable cola de gente que había allí esperando. Tras una bronca con un gilipollas por algo que no recuerdo llego por fin al mostrador donde una señora muy simpática me intenta explicar que mi vuelo ya ha salido - ¿perdón???- Y que si lo deseo puedo pasar la noche en un hotel y salir por la mañana… Bueno, menos mal que uno posee recursos y después de suplicarle un poco a la amable (pero amable de verdad) chica que me atendía, logró colarme en otro vuelo que salía… en dos minutos!!!
Lo siguiente que recuerdo es una carrera loca contra reloj siguiendo a un chaval que trabajaba allí y al que pidieron que me acompañara, hoy en día resultaría imposible pero entonces las torres aún se erguían orgullosas y el mundo era un poco más inocente, tanto que me llevaron con mi mochila al hombro por las zonas restringidas del aeropuerto hasta llegar a la puerta de embarque, para comprobar, como no, que el avión salía con retraso.
Mi agradecimiento eterno hacia ellos, tanto el chico que me guió, como la chica que me buscó el vuelo y la gente que me ayudó a encontrar mi maleta.
Finalmente pude embarcar rumbo San Francisco, un detalle es que puesto que salimos tarde el Comandante nos dio auriculares gratis para la película, con lo cual el vuelo fue igualmente tedioso y aburrido cómo el anterior, pero al menos lo fue en otro idioma.
Y por fin… por fin después de muchas horas y varios usos horarios aterricé en SF, la Ciudad de las Colinas, donde me esperaba un señor para acompañarme al Shuttle y, de allí al hotel.
Llevaba dos días sin dormir, sin ir al baño y casi sin comer, carrera va carrera viene, pero aún así seria imposible no decir que me quedé sin aliento al ver por primera vez la Ciudad, los rascacielos iluminados en aquella magnifica noche y sentir la magia de recorrer aquellas calles mil veces vistas en las películas.
Llegué al hotel, Beresford Manor, un pequeño hotelito atestado de estudiantes, donde por señas le pude explicar a la recepcionista (una tía genial) quien era, y así pude conocer a mi compañero de habitación, un japonés cuyo ingles, si cabe, era tan malo cómo el mío.
Subí a la habitación y, por primera vez me di cuenta donde estaba, esa noche en la oscuridad, con un jet lee del carajo no pude pegar ojo, y casi lloré por mi madre, mi padre, mis hermanas… los echaba de menos!
Pero el día siguiente, primer día de clase, me traería muchas aventuraspara olvidar la morriña, tantas cosas nuevas que ver, tanta gente a la que conocer… Y todo sin hablar ni papa de ingles.
En el próximo episodio…
Cómo perderse en San Francisco y llegar tarde a tu primer día de clase.
CON MAS DE MIL ELEFANTES!!!
Pd. Y a ver si escaneo las afotos y las subor, que en mis tiempos no había cámaras digitales.
Hace muchos años, cuando era un crio recuerdo que vi una pelicula, la recuerdo muy vagamente, pero hubo una frase que se me quedó grabada a fuego en la mente y que siempre he recordado, decia chispa mas o menos que la diferencia entre el turista y el viajero, es que el turista antes de salir ya piensa en el regreso, y el viajero no sabe si volverá.
Esa frase me llegó muy adentro y de inmediato y a pesar de ser solo un niño me identifiqué como viajero.
Desde entonces cada vez que he salido de mi tierra lo he echo sin mirar nunca atrás, sin mirar aquello que dejaba, aún así siempre he vuelto a vivir aquí, siempre la he extrañado... pero volveria a irme sin pestañear a poco que encontrara una buena oportunidad de marchar.
Si yo fuera rico....
Cojeria mi pasaporte y el primer avión que saliera, sin importar a donde, sin llevar más que lo puesto, sin esperar volver nunca, y aunque extrañaria mi tierra siempre, lo haria feliz de viajar por todo el mundo, con el único destino del horizonte, con solo el tiempo para rendir cuentas y solamente el aburrimiento cómo mi peor enemigo.
Viajero Junto al Mar de Nieblas. 1818
Caspar David Friedrich
Si no fuera tan comodón...
Haria lo que hacen muchos, liar el petate y lanzarme a la aventura, sin dinero ni posesiones, solo a la carretera.
El problema es que incluso para salir a tirar la basura tengo que llevar el movil, la cartera, las llaves y el tabaco, asi que me temo que lo de viajar en plan mochilero no va conmigo.
Como conclusión...
O bien consigo que me den trabajo en el Caribe como llevo años esperando
O me toca la loteria de una p*t* vez.
Prefiero la segunda opción.
PD. Es triste ver gente que viaja con el cuerpo pero cuyas mentes jamás salen de los confines de su propia imaginación.
Por mi…. Mi cantar se vuelve gitano cuando es para tiiiiIII….
Hay ciudades que poseen algo mágico, un embrujo que va más allá de los monumentos o la simple belleza de sus calles, ciudades con un encanto especial que se respira en su aire, una magia única que las distingue de las demás.
Granada respira ese algo especial por cada uno de sus poros, con cada latido de su corazón, con cada inspiración de su centenaria vida.
Pero para verlo, por supuesto hay que querer verlo, ya que ver Granada no es el recorrido turístico, las fotos de siempre y jartarte cerveza y tapas, para disfrutar de verdad de Granada hay que pasear por sus calles, y Granada se presta a ello como pocas he conocido, mirar desde el paseo de los Tristes la mole imponente de la Alhambra y dejarse transportar al pasado, imaginar, recordar más bien a la gentes que hace siglos recorrían esas mismas calles, que pisaban esas mismas piedras y se apoyaban en esos muros, cientos, miles de personas, las batallas que se vivieron, los amores… mirar a las almenas del castillo e imaginar a la Princesa esperando a su príncipe.
Y después, volver al presente, una caña y una tapa mientras aún degustas el sabor de la historia en tu paladar.
Este finde, por si no lo habéis notado hemos realizado una escapada a Granada, no es evidentemente la primera vez que vamos, pero me gusta ir por lo menos una vez al año, una escapada corta, un par de días.
Esta vez el hotel elegido ha sido el Palacio de los Navas, y he de decir que creo haber acertado y mucho con su elección. Se trata de un pequeño edificio en el mismo centro de Granada, rehabilitado hace poco y decorado con un gran gusto y detalle. Pequeñito, tan solo 19 habitaciones, lo que te garantiza un servicio personalizado y una atención al detalle. El personal atento, la habitación una maravilla, con un set completo de amenities y cama doble muy cómoda, albornoz… en fin, de todo para tratarse de un tres estrellas.
El desayuno bastante bueno, sin las salchichas y el bacón que tanto me gustan, pero con un jamoncito, pates ibéricos, etc. que lo compensaban sobradamente. Llegamos el viernes prontito y no tuvimos que esperar para acceder a la habitación, una ducha, cambio de ropa y a tapear, nada mas salir de hotel ya están los bares con sus terracitas, cerveza va, tapa viene, se come bastante bien por relativamente poco, andar un poco y parar en otro bar y así todo el día, ojo, ni se os ocurra parar en las terrazas de Plaza Nueva, que como en todas partes hay quien abusa, y las cervezas – sin tapa – en esas terrazas son bastante mas caras, así que nada, ha callejear.
Evidentemente pasamos una mijilla de caló, pero a 37 grados en Agosto en Granada… que quieres, aún así es un calor soportable, hasta las cuatro o las cinco en que la retirada táctica a la habitación con aire acondicionado se hace indispensable hasta las ocho de la tarde, cuando el calor desaprieta y el sol se oculta para coger fuerzas y freírte al día siguiente. Pero eso si, no te puedes retirar sin una visita a la calle de las teterias, y un buen café – o té, si te gustan esas guarrerias – acompañado de un dulce árabe – que no un árabe dulce -.
Otra ducha, descanso y a salir. El viernes cenamos en el Gondoliere, pizzería favorita de Nanaif, donde por unos razonables 50 leuros cenamos más que bien, y eso que han cambiado la decoración y ahora parece un restaurante pijo, por suerte eso no ha mermado la calidad ni aumentado los precios ni disminuido la cantidad de viandas. La tarta de la casa hizo que Nanaif tuviera un orgasmo y la pizza picante hizo que se me saltaran las lágrimas. Un par de mojitos por detrás de plaza nueva y a descansar…
Por cierto, que se nos pegó, bueno, a Nanaif, que tiene un imán para toda clase de frikis y zumbados, un individuo curioso que se me acercó para pedirme dinero para emborracharse aún más, asegurándome más allá de toda duda que no me defraudaría, puesto que consideré improbable que necesitara emborracharse mas, no le di nada e intenté seguir mi camino, sin embargo el buen señor insistió en invitarme a beber de una botella de vino con más mierda que alcohol y en explicarme que en las dos mochilas que llevaba – una detrás y otra delante – llevaba provisiones suficientes para hacer un gazpacho, y Nanaif, que se enrolla hablando hasta con las estatuas, las cuales la saludan y todo, colaboró a darle conversación preguntándole de donde era y tal… Me da pena, me dijo, que no tenga a nadie con quien hablar, sin embargo he de decir que nuestro nuevo amigo no tardó en hacer nuevas amistades y nos lo encontramos en la siguiente esquina de charloteo con otra pobre pareja, si, le puso los cuernos a mi niña a las primeras de cambio.
El Sábado más tapeo, esta vez en la Plaza de toros, lugar menos conocido turísticamente y por tanto con tapas más suculentas y a elegir, después de vuelta, descanso, ducha y helado obligado en Los Italianos, seguramente una de las mejores y más conocidas heladerías de Granada, si no de España.
Y es que son tantas las cosas por ver y disfrutar en Granada, el Albaicín, las Alcaicería, el Mirador de San Nicolás, la Alhambra, la Catedral, Reyes Católicos… modernidad y tradición, guiris y rastas, tiendas de moda y zocos árabes. Todo tiene cabida en la Granada. Por cierto que en esta ocasión como íbamos de tapeo no lo hicimos, pero cuando vayáis a Granada – pues tenéis que ir – cenad en uno de los Cármenes que hay enfrente de la Alhambra, uno de mis favoritos es el mirador de Morayma, y es que aunque no es barato, vale la pena degustar su maravillosa comida mientras disfrutas de unas vistas inmejorables a la Alhambra, tanto de noche como de día.